Ana Comneno
Hasta el 31 de mayo puede vistarse en el Museo del Prado la exposición temporal La Bella Durmiente.
Se trata de un pequeña exposición con tan sólo 17 obras – 10 pinturas y siete dibujos – de varios de los artistas más representativos de la pintura victoriana, pero que permite ver por primera vez en España dos de las pinturas más representativas de la producción artística inglesa del siglo XIX: Sol ardiente de junio, de Frederic Leighton, y El sueño del rey Arturo en Avalon (1830-1896) de Edward Coley Burne-Jones (1833-1898).
Las obras forman parte de la colección del Museo de Arte de Ponce de Puerto Rico, fundado por el coleccionista Luis A. Ferré (1904-2003), con elpropósito de acercar a los puertorriqueños Europa a través de su pintura y escultura.
Además de los lienzos citados, también se pueden admirar los dibujos y un boceto preparatorios de El sueño del rey Arturo en Avalon y la Serie del Rosal Silvestre. La Bella Durmiente, también de Burne-Jones, La Huida de una Hereje de John Everett Millais (1829-1896), La Viuda Romana de Dante Gabriel Rossetti (1828-1882), Léhon desde Mont Parnasse de Thomas Seddon (1821-1856) y La Señorita Gladys M. Holman Hunt (La escuela de la naturaleza) de William Holman Hunt (1827-1910).
Todos estos artistas, excepto Leighton, formaron parte de la Hermandad Prerrafaelita, cuya formación en 1848 buscaba recuperar la inocencia estética de los primitivos italianos, al mismo tiempo que rechazaba el academicismo de sus contemporáneos, en particular las normas establecidas por la Royal Academy of Arts, que consideraban trivial y arcaico, ya que perpetuaba el manierismo italiano posterior a Rafael y Miguel Ángel.
Pretendían expresar ideas auténticas a partir del estudio minucioso de la naturaleza, huyendo de lo convencional y lo memorizado, para producir obras de fuerte carga moral, con un detallismo minucioso y el luminoso colorido de los primitivos italianos y flamencos.
Sus obras inspiradas en temas religiosos, históricos y literarios recogían momentos de intenso sentimiento, y problemas morales o religiosos, con el objetivo de crear una tensión psicológica, en la que los objetos cotidianos se convertían en símbolos que debían ser decodificados para entender su verdadero significado.
Ya en una segunda etapa, desde mediados de los años cincuenta, Burne-Jones y Rossetti, se alejaron del sentido de responsabilidad moral y social, y se acercaron al movimiento Estético y Simbolista. Produjeron obras en las que mezclaban elementos medievales y clásicos, frecuentemente exaltando la belleza femenina de la femme fatale, y trataron el tema de la introspección, el sueño, la muerte y la huida de la realidad, tal y como puede verse en las obras de Burne-Jones incluidas en la exposición.
Por su parte, Frederic Leighton fue una figura del Movimiento Clasicista influenciado por la corriente del esteticismo y del «arte por el arte». Se inspiró en el ideal de belleza clásico, aunque despojándolo de su vinculación con la realidad. Pintó escenas ambientadas en la antigüedad clásica en las que el suntuoso sentido del color, la línea y el ritmo servían como pretexto para hacer alarde de armonía y belleza. Sol ardiente de junio, una de las pinturas más importantes de la exposición, se ha convertido en todo un símbolo del arte lírico basado en la idealización y la evasión de la realidad de finales de siglo XIX.
La exposición puede visitarse dentro del horario habitual del Museo y se encuentra incluida en la Entrada General de la Colección Permanente (6€), pudiendo acceder también a ella en los horarios de entrada gratuita (Martes a sábados de 18.00 a 20.00 horas; domingos de 17.00 a 20.00 horas).
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