Cristina de Pizan
Mourning Becomes Electra es una obra del dramaturgo norteamericano Eugene O’Neill, que presenta a los personajes de la tragedia de los Átridas afincados en los Estados Unidos durante las Guerra de Secesión americana, pero barridos por las mismas pasiones y desmesura de sus homólogos griegos.
De la misma manera, Oliver Stone, en su Alexander convirtió a Alejandro Magno en una mezcla de Edipo y Orestes, digno del diván de un rejuvenecido Sigmund Freud, asintiendo comprensivo, visto el supuesto deterioro que la edad hace en su madre, Olimpia, interpretada por Angelina Jolie. Quizá se trate simplemente de un intento de emular aquellas obras cinematográficas de los años 30, en las que el psicoanálisis hacía estragos.
Sea cual sea la razón, Alejandro Magno, figura histórica de innegable personalidad y visión extraordinaria, queda convertido en un simple alucinado, lastrado por las relaciones con sus progenitores, en un deja vu más propio de un Estrenos TV sabatino, que de una ambiciosa producción cinematográfica, en la que, sin desdeñar el drama, se acerque al espectador una de las figuras más llamativas de la Antgüedad y el contexto en el que se produce su vida, dos grandes civilizaciones enfrentadas: Grecia y el Imperio Persa.
Oportunidad desaprovechada: lo que Oliver Stone pretendiera hacer con el personaje y con la película no funciona, hasta tal punto que, llegados al supuesto clímax, y tras superar un nuevo metraje desmesurado, cuando Ptolomeo nos informa que sus generales han decidido dejarle morir cansados de seguir sus sueños, aunque no sus propias ambiciones, les agradecemos de todo corazón que tengan esa deferencia con nosotros, que también estamos cansados de seguir a su torturada mente entre los oropeles que sustituyen al argumento.
Por eso, lo mejor de la película es que nos recuerda quien fue Alejandro Magno, cual fue su vida y su obra, permitiéndonos redescubrir que el mundo por el que ésta discurrió incluye algunas de las zonas más conflictivas del mundo actual. Con sus tropas conquistó Oriente Próximo, Irak, Irán y Afganistán, llegando hasta la India, y dando lugar a una nueva vertebración en estos territorios e importantes intercambios entre Europa (Grecia) y Asia: dos mundos enfrentados, dos culturas diferentes, que en los sueños de Alejandro Magno debían fusionarse y formar un orden nuevo. Y ahí fue donde murió su sueño, junto a la arrogancia de sus generales y tropas frente a aquellos bárbaros de costumbres tan distintas y para ellos tan inferiores, tal y como les consideraba Aristóteles, a pesar de tratarse de civilizaciones milenarias.
Como era de esperar con semejantes antecedentes, la película no quedó fuera de esa corriente tan contemporánea de atemporalización de los supuestos argumentos universales, y al igual que ocurrió con «Kingdom of Heaven» de Ridley Scott se buscaron paralelismos con la situación actual. Se habló de una supuesta lectura de la intervención americana en Afganistán e Irak, que yo fui incapaz de apreciar, aunque no dudo que debió tratarse de una falta de atención por mi parte.
Otra cuestión curiosa, también muy de nuestra contemporaneidad, fue la polémica desatada por el supuestamente abierto tratamiento de la homosexualidad de Alejandro, que incluyó una querella de cierto colectivo griego por la afrenta hecha a su héroe, y que de nuevo fui incapaz de captar entre la, como poco, curiosa recreación de la vida sexual con Roxana y el cúmulo de meras insinuaciones, simbolizadas por la aparición de un par de bien formados traseros masculinos, y completadas con una nueva versión de la famosa escena de la piscina que ya protagonizaran hace más de dos décadas Lawrence Olivier y Tony Curtis.
Yo no creo que los pueblos que no conozcan su historia estén condenados a repetirla, porque para que tal cosa pudiera producirse, en primer lugar, habría que definir que entendemos por pueblo, en segundo, que entendemos por historia, y, en tercero, analizar la capacidad de los miembros de ese colectivo para conocer su pasado, asimilarlo y comprender su significado más allá de tópicos y mitos. En este caso, tal cuestión es irrelevante, ya que una vez más se aplica un ideal heróico contemporáneo y se deja de lado la cultura y la realidad del personaje histórico. Un viaje al futuro de los padres de la cultura occidental resultaría de los más instructiva.
En resumen, Alexander es una película a ratos entretenida, con profusión de medios, pero que a mí me cansa por su excesivo metraje y la transformación de Alejandro Magno en un personaje de Tenesse Williams, sin olvidar esas batallas de gran factura, apoyadas en los nuevos medios digitales, que deberían dejarme hipnotizada frente a la pantalla, pero que a mi me aburren, ya que no aportan nada nuevo a lo que es hacer cine. Hace ya muchos años que La Brigada Ligera hizo su última carga sin su ayuda, o que Errol Flynn hizo su última cabalgada hacia Little Big Horn con muchos menos medios, pero mucha más emoción.
Su mayor valor es permitirnos pasar un rato, largo, en contacto con los esplendores de un pasado ya bastante remoto, pero no por ello menos interesante, pudiendo actuar como catalizador para aquellos que tras su visualización quieran conocer algo más sobre la figura de Alejandro y su época. La película nos acerca a Alejandro Magno más allá de su concepto de héroe y conquistador, como hombre, su personalidad y motivaciones durante la creación de su efímero imperio.
Por otro lado, las lecturas complementarias son cosa fácil, ya que se trata de una figura que ha contado desde siempre con una abundante bibliografía, que se vio multiplicada con la realización y estreno de la película. Se puede elegir entre sesudos, o no tan sesudos, estudios históricos, biografías de todo tipo, entretenidas novelas o fuentes originales. De entre esta variedad yo recomendaría el libro de Klaus Mann, «Alejandro: un retrato del lado humano», editado por Muchnik. El Aleph Editores en 2004.
Datos de la película
Título: Alexander
Director: Oliver Stone
Año: 2004
Pais: EEUU, Reino Unido, Alemania y Holanda
Duracion: 173
Musica: Vangelis
Fotografia: Rodrigo Prieto
Productor: Thomas Schühly, Jon Kilik, Iain Smith y Moritz Borman
Guion: Oliver Stone, Christopher Kyle y Laeta Kalogridis
Reparto: Colin Farrell (Alejandro), Angelina Jolie (Olimpia), Val Kilmer (Filipo), Anthony Hopkins (Ptolomeo), Rosario Dawson (Roxana), Jared Leto (Hefestión), Christopher Plummer (Aristóteles), Gary Stretch (Cleitus), Jonathan Rhys-Meyers (Cassander), Joseph Morgan (Philotas)
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