Almenara de Pinto
Han sido unos años muy largos. La educación y la sanidad madrileña se han visto duramente atacadas desde los presupuestos neoliberales. La oposición a la disparatada privatización del sistema sanitario entre médicos y enfermeras ha sido más unánime que en educación. Ahora sabemos que los intereses en promover la educación concertada no solo surgían de motivos relacionados con las creencias católicas de la consejera Lucía Figar (entusiasta de la comunión y la liberación). Han salido a la luz los espurios intereses «educativos» de la trama corrupta dirigida por el hasta hace poco número dos del Partido Popular en Madrid, Francisco Granados. El ejemplo de la trama «Púnica» es paradigmático: reúne los elementos que han convertido a Madrid en un lodazal de corrupción. Políticos, constructores y empresarios sin escrúpulos se han dedicado a saquear el patrimonio público en su beneficio. Entregar los hospitales y centros de salud a los fondos buitre hubiera sido el culmen de este despropósito en que se ha convertido el ejercicio del poder en Madrid durante largos años.
Es hora de recordar qué se ha hecho y quienes son los culpables. La principal sostenedora de la trama corrupta es quien los ha colocado y además se ha beneficiado del oscuro trabajo de los mismos: Esperanza Aguirre. Quienes elogian su «raza» política se olvidan de que tanto López Viejo, como Granados, como el señor del ático han crecido al amparo de su abrigo y empujados y elevados de la mediocridad a puestos muy relevantes. solo se merece el desprecio y la reprobación de los ciudadanos madrileños. Lamentablemente no pretendía abandonar la política, únicamente estaba maniobrando para proseguir su insaciable búsqueda de poder. Esta avidez debe hacer reflexionar a aquellos que están proponiendo modelos políticos maquiavélicos. El poder no lo es todo, ni tampoco carece de importancia el cómo se llega a él y cómo se mantiene.
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