Jose María Muñoz
El fin de semana no es el mejor momento para visitar esta fiesta del libro. Mucha gente que dificulta el acceso a las casetas, que únicamente fluye en un sentido o en otro (hacia el Ángel Caído o hacia la puerta de O´Donnell) sin ninguna finalidad aparente. Puro transitar.
Por otro lado, el fin de semana es el mejor momento para aquellos a los que les guste ver famosos, o a algún escritor. Por ejemplo, mientras estaba mirando los libros en la caseta de la editorial Hyperion, apareció Luis García Montero para saludar allí a Benjamín Prado, gran poeta pero (desde mi punto de vista) insulso tertuliano o todólogo en las tardes de la Sexta. Tampoco tenía a nadie esperando su firma pues hoy día hay casi más poetas que lectores de poesía. Quién si firmaba libros como churros bajo su gorra de béisbol era Blue Jeans, que es una clara copia a la española del fenómeno literario suscitado en Italia por Federico Moccia, quien tal vez no sea merecedor del Nobel pero que de seguro recibirá el eterno agradecimiento del gremio de los fabricantes de candados.
El año pasado conocí gracias a la feria la existencia de un tal “Rubius”, de profesión “youtuber”, mientras era perseguido por un grupo de adolescentes y sus madres. Hace un par de años quien tenía la fila más larga era Mario Vaquerizo. Otro grupo muy abundante de firmantes son los periodistas, que publican hoy día más libros que nunca: un exceso de producción que satura los anaqueles de novedades y que tienen una estancia corta y efímera, a la par que absolutamente intrascendente (el otro día en El Corte Inglés de Velázquez había más de una veintena de libros sobre Podemos).También han proliferado entre los firmantes los gurús de la economía (por la crisis) y los cocineros (estos por la moda gastronómica).
El único escritor al que me he acercado en estos años para que me firmase, con devoción y emocionado, ha sido a Leopoldo María Panero. Con su cigarro y su lata de coca cola light, me dijo algo ininteligible (sólo recuerdo haber entendido la palabra “sexo”). Pero en realidad, voy casi siempre a echar un ojo a las mismas casetas: las de Akal-Siglo XXI, Sígueme, Trotta, Siruela, Atalanta, Acantilado, Asteroide, Fondo de Cultura Económica…
Este domingo adquirí dos libros interesantes para acabar el paseo con una recomendación: “Clausewitz en los extremos: política, guerra y Apocalipsis”, del antropólogo francés René Girard (en editorial Katz) y “El descubrimiento del espíritu: Estudios sobre la génesis del pensamiento europeo en los griegos”, de Bruno Snell (en Acantilado).
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