Salka Viertel
Las propuestas que Juan Luis Vives escribe en su tratado “De subventione pauperum” vienen motivadas por sus inquietudes humanistas, fruto de la observación de una sociedad donde la pobreza atrae no solamente unas condiciones de vida nefastas para quienes la padecen, sino también unas consecuencias perjudiciales para el resto de la sociedad. Para el autor, la pobreza es una lacra social que sólo atrae la inestabilidad en las ciudades: delincuencia, falta de ética e inmoralidad. Cree que estableciendo unas reglas sociales y económicas, se producirá en el ser humano un cambio virtuoso en sus conductas.
Sus políticas irán dirigidas hacia un sector de la población más vulnerable. Por todo ello, decide crear un censo de los pobres, clasificando a estos entre “verdaderos” y “falsos”. Por un lado, las personas que por circunstancias fatídicas de la vida han llegado a la pobreza más extrema. Y por otro lado, las personas que encuentran en la mendicidad un modo de vida. Por todo ello, sugiere crear un Consejo que sea financiado desde el aparato estatal, cuya función sea detectar los diferentes extractos y colectivos sociales, para posteriormente aplicar -de modo equitativo- medidas que palien la pobreza. De modo que, quienes se inclinen por el fraude serán castigados con la obligación de trabajar para la sociedad, mientras que las personas de salud frágil o con algún tipo de minusvalía, serán atendidas en todos los aspectos. Desde la formación y la inserción laboral hasta su cuidado en hospitales cuando sea preciso. Así pues, Vives se convertirá en el precursor de la “Asistencia Social”.
Vida y época de Juan Luis Vives
En 1492 nace el humanista, filósofo y pedagogo español Juan Luis Vives, en el seno de una familia de comerciantes judíos. A los quince años inicia sus estudios en la Universidad de Valencia, continuando con ellos en la Universidad de la Sorbona, en París. Terminado el doctorado, y viendo el cariz de los acontecimientos que se desarrollan en España, se traslada a Brujas (Bélgica) donde comenzará a escribir su tratado “De subventione pauperum”.
Las causas de la pobreza hay que buscarlas en su raíz. Y esta búsqueda hizo que Juan Luis Vives escribiera su tratado. Pero conducir a una sociedad ideológicamente anquilosada hacia nuevos avances sociales, no fue tarea fácil. Las estructuras de orden feudal establecidas en la Edad Media fueron el principal origen de la pobreza. Amén de otras situaciones coyunturales como los ascensos demográficos, las enfermedades y la crisis agrícola ocasionada por las malas cosechas.
Al predominar el sentimiento de cristiandad en la sociedad medieval, el individuo asumía el concepto de limosna como una manera de purificar su alma y ganarse la salvación eterna. Riqueza y pobreza eran en la Edad Media, situaciones complementarias que hacían percibir el orden existente como natural e inamovible. A su vez, las entidades eclesiásticas gozaban de gran protagonismo ya que tomaron el papel de mediadoras entre los ricos y pobres, recaudando las donaciones de los ricos para destinar parte de esos ingresos a los pobres.
En los inicios de la Edad Moderna se plasmará la exasperación de esta situación heredada de la Edad Media y los esquemas mentales irán evolucionando paulatinamente, observando la cuestión de la pobreza -desde diversos estamentos burgueses- como una lacra social y desechando la idea de la redención religiosa. En ese instante es cuando comenzarán a producirse una serie de reformas referentes a la reorganización y las ayudas sociales. Entre ellas destacará el tratado de Juan Luis Vives, que ahondará en la problemática exponiendo reflexiones profundamente renovadoras. De tal manera que para un gran sector de aquella sociedad, sus tratados llegaran a ser tildados de heréticos.
Las políticas sociales comenzarán, por tanto, a enfocarse desde otra perspectiva. Se demandará que el Estado se implique en el cuidado de la sociedad. Iniciando un control de los pobres para cubrir sus necesidades en función de cada situación. Las medidas serán una mezcla de represión y ayuda, pues el control férreo sobre la mendicidad tenía como fin identificar a los verdaderos pobres de los falsos. Las personas que por situaciones ajenas habían llegado a la pobreza, se les ofrecía todas las posibilidades para reconducir sus vidas, mientras que a los holgazanes que se acomodaban en la limosna se les exigiría que trabajasen, llegando al castigo en el caso que se resistiesen.
– ¿En qué principios (legales, morales, religiosos u humanitarios) fundamenta Vives la obligación de los gobernantes de las ciudades de socorrer a los pobres?
Los principios en los que fundamenta su demanda, contiene ciertos matices. Ahora bien, el principal principio nace con la intención de legislar las ayudas hacia los pobres. Ya que el razonamiento que aporta Vives es que “todos los ciudadanos están sujetos a la jurisdicción de la ciudad”. A su vez, cuando el autor apela a la justicia, lo hace con una visión humanista. Pues reclama voluntad y buena fe en los gobernantes para distribuir los bienes de la mejor manera.
– ¿Qué medidas propone Vives para evitar la pobreza y la mendicidad en las ciudades? ¿Cuál es la finalidad de la “clasificación” de los pobres y mendigos?
La principal medida que propone Vives es crear un “Censo de pobres” mediante dos regidores y un escribano. Cuya función sea la de visitar e inspeccionar cada casa, haciendo un exhaustivo informe de la situación de pobreza que sufren las familias. Esta información debe hacérsela llegar a los burgomaestres y al ayuntamiento, para que se encarguen de ofrecer ayuda y trabajo a los necesitados. Pero en los casos que exista fraude, un consejo tendrá la potestad de obligar y coaccionar a quienes rehúyan del trabajo. Para Vives, la finalidad de esta medida es “que cada uno coma el pan ganado con su trabajo” y que “no haya entre los pobres ninguno ocioso”
– ¿Las medidas que propone Vives se inclinan hacia el humanitarismo o hacia la represión de la pobreza y la mendicidad? ¿Por qué?
Aunque las medidas se revistan de cierta represión y dureza, en este caso podríamos decir que el fin justifica los medios. Así pues, el trasfondo de las medidas es de carácter humanitario, pues pretende dignificar la condición humana otorgando al hombre herramientas que lo conviertan en ciudadano útil para la sociedad.
– ¿Las actuaciones propuestas para pobres, expósitos y mendigos se adecuan más al concepto de “caridad cristiana” o al de “beneficencia civil”? ¿Por qué?
En el momento que Vives pretende hacer partícipes a los gobernantes para que éstos se encarguen de la distribución de los bienes, podríamos decir que el concepto que mejor se adecua sería el de “beneficencia civil”. Pues el gobierno es la institución que representa a toda una sociedad. Además, Vives en su tratado solicita que se apruebe una ley donde se multe a toda persona que -bajo pretexto de cubrir las necesidades de un mendigo- ejerza la limosna. El autor huye de la “caridad cristiana” para evitar entrar en una dinámica de influencias y corrupciones. Y cree ventajosas sus medidas cuando afirma que “las almas de muchos serán liberadas de un escrúpulo religioso”.
Reflexiones personales
He encontrado en el tratado de Juan Luis Vives muchos paralelismos con la sociedad actual y tal vez, si fuésemos capaces de poner en práctica las medidas de orden social que expone su autor, llegaríamos a alcanzar la plena convivencia dentro de nuestras sociedades. Sin embargo, contemporizar sus ideas sería un gesto romántico o utópico en nuestros días. Bien es cierto que, el humanismo ha ido ocupando el espacio que la religión (cada vez más alejada de la realidad social) cedía. La razón de esta transformación la podemos encontrar en los acontecimientos históricos que se han venido sucediendo desde el s.XVI (Lutero, Erasmo de Rótterdam..) hasta la actualidad. Pero cuando Vives se pregunta cómo hay que ayudar a una multitud tan grande. Contestándose a sí mismo que “hay que recurrir de cualquier modo a los remedios humanos”. Observo una influencia aristotélica palpable, ya que argumenta que el hombre es un animal político. Y si trasladamos esta reflexión a nuestro tiempo, podemos observar que el hombre de nuestra época ha caído en la individualización extrema huyendo de la “res pública”. Incluso los gobiernos tienden a despojarse de la responsabilidad en el cuidado de la ciudadanía y otorgan a entidades privadas los servicios más básicos y fundamentales como son la educación, la vivienda y la sanidad. Así mismo, las nuevas corrientes ideológicas liberales reinterpretan las políticas sociales empleando y completando sus competencias con métodos de optimización empresarial. Podríamos decir que, la pobreza de las sociedades occidentales o del primer mundo, se encuentra en sus ideas y pensamientos.
Otra de las similitudes que extraigo del comportamiento en una sociedad medieval respecto con la nuestra, es el concepto de “caridad”. Dudo que la religión pueda volver a recuperar la posición dominante que tuvo en un pasado, puesto que la fe ya no es un valor preferente en la sociedad. Sin embargo, es posible que se recupere la “injusta” caridad de antaño, pero con matices modernos. Así como el individuo de aquella sociedad entregaba una limosna al pobre para la salvación de su alma, en nuestra época parece producirse el mismo sentimiento al donar dinero o al apadrinar una persona del tercer mundo. Y una vez más, la función de administrar el dinero queda a merced de organizaciones privadas. Quedando el Estado fuera del control en la gestión y por lo tanto, ignorando las posibles corrupciones e influencias que pudiesen aparecer.
Llego a la conclusión que la sociedad actual sufre un deterioro profundo y continuo en sus principios y que, lejos de poner en marcha medidas como las aportadas por Juan Luis Vives, caminamos inconscientemente y de manera desmesurada hacia una sociedad piramidal, donde las multinacionales ostentan el poder sin el menor escrúpulo. No cabe duda que ante este panorama, la Educación Social se hace indispensable en nuestro tiempo.
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