Gustav Meyrink
Los Nacionalismos, como movimientos que integran en su base ideológica la referencia a un fuerte sustrato cultural, encontraron vías de expresión en todas las manifestaciones artísticas. Podemos rastrearlas sin problemas en las artes plásticas, pero desde siempre han formado parte de sus vehículos fundamentales de expresión, la literatura, la música y las artes escénicas.
No en vano, durante el Romanticismo, movimiento que integró los sentimientos nacionalistas y la aspiración de libertad en su expresión más exaltada, se produjo un importante florecimiento de las culturas nacionales, especialmente, en aquellas naciones sometidas por un poder extranjero, como las nacionalidades integradas en el Imperio Austro-Húngaro, la Polonia desgajado entre Austria, Rusia y Prusia o los pueblos balcánicos pertenecientes al Imperio Otomano, o las aún divididas en diversos estados, pero ya en vías de una posible unión, como Alemania e Italia.
En este contexto, encontramos una circunstancia muy especial: el papel que la Ópera va a jugar como medio de expresión del nacionalismo italiano en las figuras de Verdi y Rossini principalmente, transformándose en un vehículo de expresión nacional, arte verdaderamente de masas calando hondo en los ánimos populares y civiles.
Será Verdi quien represente, sin duda, lo más hondo del patriotismo lírico peninsular con sus composiciones que se convirtieron en himnos, en hitos de una patria tierra cautiva que rompía las cadenas. Pues VERDI, Víctor Manuel rey de Italia, las siglas de su apellido traducidas al castellano como críptica declaración que gritaba el pueblo italiano, es el más conocido adalid musical de la historia de la Unidad, con el planteamiento literario y político del Risorgimento.
El coro de los esclavos de la ópera Nabucco de Verdi, estrenada en 1842, en pleno dominio austriaco, fue considerado por los italianos como un canto contra la opresión extranjera que vivían. Lo sigue siendo y se ha convertido en un símbolo del nacionalismo en Italia. Cuando se representa la ópera lo escuchan puestos en pie y terminan con el grito ¡Viva Italia!, como puede comprobarse al final de este vídeo.
Texto del Coro de los Esclavos de la ópera Nabucco:
“¡Vuela pensamiento, con alas doradas,
pósate en las praderas y en las cimas
donde exhala su suave fragancia
el aire dulce de la tierra natal!
¡Saluda a las orillas del Jordán y a las destruidas torres de Sión!
¡Ay, mi patria, tan bella y abandonada!
¡Ay recuerdo tan grato y fatal!
Arpa de oro de los fatídicos vates [adivino, poeta],
¿por qué cuelgas silenciosa del sauce?
Revive en nuestros pechos el recuerdo,
¡háblanos del tiempo que fue!
Canta un aire de crudo lamento al destino de Jerusalem,
o que te inspire el Señor una melodía
que infunda virtud al partir.”
[…] Más información sobre Verdi y el nacionalismo italiano. Se habla sobre el nacionalismo cultural como base del político. Ahí intervienen los artistas. AQUÍ. […]